jueves, 27 de febrero de 2014

Sin caminos

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Cuando te conocí
mis caminos eran inconmensurables,
la Sierra Nevada de Santa Marta,
y en el Espacio de las noches caliginosas
las estrellas, la luna y el frío de la nevada
me hacían sentir el hombre más feliz
del mundo y sus alrededores.
Hablaba con los pájaros
con los indígenas y campesinos,
Con el mamo Rumualdo,l,
y entonces mis pasos eran seguros
del qué sabe a donde va.
Hoy por el contrario,
camino en el filo de la navaja
a la derecha me aturden
las ruindades del mundo y de algunos,
a la izquierda me espera con sus brazos abiertos
la pavorosa nada, esa conocida amiga
contra la que siempre he luchado.
Se que hacia donde caiga
será un paso hacia la insondable profundidad
del que vive sus últimos alientos
de una vida entregada a los demás,
y por tanto, totalmente incomprendida.
Mi antes tenía tantos caminos,
mi hoy solo tiene uno.
La soledad de la nada.

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