Hernando Vanegas Toloza
Has roto el encanto, se acabó la magia, y la sola verdad como un manto, ha acallado en mí la alegría que experimentaba a tu lado al verte andar y revolotear en tu ir y en tu andar, observándote siempre alelado como si un hilo invisible contigo me comunicara como si una mirada bastara para entender nuestro amor indescriptible. Magia, magia del amor puro que volvía deslumbrante el futuro, de ti y de mí, de nosotros dos juntos, juntos por hoy y siempre en una indisoluble unidad, pegando uno a otra en búsqueda de la esquiva felicidad que por siempre hemos añorado, que desde niños hemos buscado… Pero hoy, en esta noche de verano ardiente serrano, cuando al amor la luna incitaba has roto el encanto y me has devuelto a la realidad pura, sembrando un mar de dudas en el amor que de ti necesitaba, en las caricias que como un huérfano a ti solicita con tenue canto: Te amo, mi vida… quiéreme! Te adoro mi vida… ámame! Te necesito mi Yadi… dame tu amor! Y aleja, aleja por fin el dolor! | Y ahora, cómo haré para recuperar la magia del amor puro, esa magia que transmitía tu mirar y me hacía el mundo menos duro? Amándote continuaré, adorándote yo seguiré para volver a enlazar nuestras dos almas y fundirla en una sola, como el alquimista que pretendía convertir el plomo en oro con sus pócimas maravillosas y cada nuevo fracaso se le convertía en el aliciente para continuar, experimentando día a día cada vez con renovado afán para lograr la síntesis del elíxir que lo transportaría a la felicidad. 1993 |
0 comentarios:
Publicar un comentario